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Es fotoperiodismo.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Santo de mi devoción

Adelana rezaba y los pétalos caían de los balcones. Y los balcones estaban decorados con banderas españolas respaldadas por el sentimiento fervoroso de un tumulto en procesión. Nunca he entendido la devoción, y hoy era lo único que se respiraba en las calles del centro de Elche. La gente me sonreía. "Qué bonita es nuestra Virgen", "¡Viva la Mare de Dèu!". Y yo fotografiando esas lágrimas de emoción, esas manitas de niños saludando a los costaleros, los pétalos cayendo para rociar de color a la Virgen, y Adelana, la monja, rezando y sonriendo cada dos pasos. Sin darme cuenta, intentaba captar cada cara que reflejara sentimiento. Veía tantas sonrisas, tantas consignas, tantas velas, la banda tocando con pasión, las ricachonas con sus abrigos de visón, los labios apretados aguantando las lágrimas y cientos de ojos repletos de júbilo y brillo. Estuve tan cerca de la devoción que me paré a contemplar el paso de la Virgen. Un segundo, dos, tres, cuatro. Mis ojos no brillaban. Cinco, seis, siete, ocho. No sentía el deseo de rezar. Nueve, diez, once, doce. Estaba fotografiando caritas de niños.

4 comentarios:

César dijo...

En época de crisis no viene mal creer un poco!!

Enorabuena por el blog, por las fotos y el esfuerzo por resumer una ciudad como Elche.

José Muñoz dijo...

fíjate que a mí por mucha fiesta religiosa tampoco me entran ganas de rezar (ni de creer)

Noemí López dijo...

Hummm... ¿Por qué será, Pepe? ¿Seremos unos bichos raros Es algo sintomático seguro.

Miguel Carvajal dijo...

A veces la piedad popular no cautiva. Todo lo contrario: repele. Suele ser cuando los que dicen ser piadosos son incoherentes, malvados o consumistas. Pero hay muchos, pobres, ricos, niños, ancianos que muestran una fe sincera, sin aspavientos, sin ornametación, sencilla e íntima. Como todo, hay muchas variables.

Me gusta la crónica. Enhorabuena.